Manual de instrucciones

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El amor duele
El amor duele

Lo siento en el fondo de mi alma, no sabéis cuánto lo siento.

Tras tanto tiempo de hundimiento personales, de corazones que desfallecen y de golpes brutales que te desmontan, tengo una especie de manual de instrucciones para sobrevivir, que posiblemente sólo me sirva. Las instrucciones de Vizzini cuando algo sale mal eran volver al principio, y las apliqué con éxito sólo una vez. Luego los planes no es que hayan salido mal, simplemente las cosas no salieron como esperaba. Así que hago lo que mejor sé: huir hacía adelante.

Esta situación, aunque no lo parezca de ninguna de las maneras, puede que sea una de las situaciones personales más graves por las que he pasado. La esperanza está bajo mínimos, y los sueños y las ilusiones. Todo se abalanza sobre mí para decirme que nada tiene solución, que estoy condenado, desahuciado. Mi situación personal ha hecho mella, más que mella bocado en todos los aspectos de mi vida, profesional incluido. La cosa está más grave, peor de lo que ha estado nunca. Y pese a todo aún no me resigno. Aún me quedan dos tickets, dos cartuchos para jugármelo todo a cara o cruz.

Voy a tener que volver a leer «El señor de los Anillos», o «El principito» o «El guardián entre el centeno» o «El alquimista». Volver a ver «El mejor», «Casablanca», «La princesa prometida» o «Centauros del desierto». Voy a tener que sacar fuerzas de flaqueza, poner cuatro reglas, apretar los dientes y tirar adelante, haciendo lo que debo, con la certeza de que es la única manera de llegar a algún sitio. Planeando venganza, manteniendo abiertas dos sepulturas, creando la base para que en el futuro, en algún momento, en algún lugar, algo vuelva a salir bien. Vuelva a tener ilusión, vuelva a ser un niño.

No sé si estoy solo en esto, pero así me siento. Solo, en la oscuridad, andando hacia donde el manual te indica, haciendo lo que debes, sin corazón, sólo cabeza, sólo razón.  No hay esperanza y sin embargo sigo caminando para ver si te encuentro.

Me equivoqué, necesito consuelo.

Y si vomito, de mi alma me salen cosas como éstas, qué desperdicio:


Te echo de menos sin parar… y ahora qué, dime, cómo se logra olvidar algo que no tuvo lugar…

P.D.: Hacía 25 años que no recurría a Serrat, y anoche me vino a la cabeza. Mal asunto.