Con una luz mortecina, anocheciendo a las 10 y media de la noche y amaneciendo a las 4 de la mañana, Tampere me ha desilusionado, aunque la luz y la hora no contribuían a tener mejor impresión. O quizá sea mi estado de ánimo, mi situación personal, mi naufragio particular.
Y las rubias pasan de mí, así que prefiero a las españolas, que también pasan de mí pero con más familiaridad.
Este país me da miedo, Finlandia empieza a darme miedo. 36 horas sin dormir pasan factura, quizá sea eso. Esta gente está muy adalantada, pero están como una cabra. No sé si podría vivir aquí, y éste era uno de mis sueños. Otro sueño más que se va a la porra.
Me preocupo por ti, que te veo perdida. Te echaré un cable, no te preocupes. Ánimo y aguanta un poco.