Cúmulo de contradicciones

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Supongo que casi todo lo que ponga aquí, hoy, va a ser considerado falso por muchas de las personas que me conocen y que, por otra parte, no leen este blog. Mejor bitácora.

No soy yo de contar las cosas que me pasan. Como he dicho muchas veces, he vivido demasiado, historias de otro tiempo, necesidades, avatares, grandezas, locuras, magia, maldad, sevicia… Puede que yo crea por encima de la media, y posiblemente esté equivocado. Seguro que lo estoy, siempre estoy equivocado. A todo el mundo le pasa más o menos la misma cantidad de mierda, no soy especial. Simplemente soy yo.

Y, aunque parezca mentira, soy mu tímido, quiero creer que sensible, tierno, pero también luchador, superviviente, resuelto tras un mar de dudas… Vivir así en la guerra vital te rompe, hacia un lado u otro: o te vienes abajo y acabas borracho, depresivo y amargado, o acabas siendo un cínico que esconde sus tesoros, amargado también, cómo no, y sobreviviendo con trampas a la vida. De una manera u otra, vivir una guerra, como les ocurre a los niños de Gaza, no te pude dejar indemne.

No soy yo de contar mis desgracias. Mis historias tristes, o divertidas. El mundo que me ha tocado vivir. Pero ese mundo me hace, me ha modelado, al menos la parte que todo el mundo ve. Quizá ayudaría a explicar por qué soy como soy, un verdadero exponente de contradicciones, vicios y habilidades inexplicables. Pero no me gusta contarlas, y cada vez menos. En determinadas conversaciones con gente de mi misma, al menos teóricamente, calaña y condición, me doy cuenta de que estoy ya en otra dimensión, que los personajes anónimos esconden, en un anónimo, tantas vidas de otros tantos banales subproductos de esta sociedad.

A lo que iba, que me voy por los cerros de Úbeda. No cuento qué ha disparado todo esto, pero sí cuento cómo me siento. Esta bitácora fue eso, y avisé: estoy bien, estoy perfectamente. Simplemente esto es mi válvula de escape. Puedo vivir en sociedad y tener, más o menos, una vida normal. Soy feliz, últimamente más que nunca. Pro a una persona a la que le gusta la poesía, las puestas de sol, cierta dosis de soledad, la ternura y despertarme a tu lado todas las mañanas, no podemos negar que me afecta. Que, cuando me pongo a pensar, me derrumbo como una catedral en la segunda guerra mundial, y entonces tengo que convencerme de que no tengo razón, de que mucha gente transita este camino todos los días con más dignidad que yo, y entonces busco motivos para seguir caminando. Sabiendo que el final de camino eres tú.

Sí. Estoy todo roto por dentro, pero siempre lo estuve. Estoy lleno de agujeros.

Todo roto por dentro, M-Clan