La tarea de ablandar el ladrillo

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Así empiezan los Cronopios y los Famas del inefable maestro Cortázar, ya no sé si maestro de mi nostalgia particular, en una época en la que yo era quinceañero y me subyugó, casi hechizó la magia de aquellos párrafos que no creía que se podían imaginar, escribir, casi meticulosamente labrar con palabras.

Hoy sigo con mi partucular tarea de ablandar este ladrillo áspero y desabrido que es la vida; me tomo 20 minutos para refugiarme, escribir un poco, comenzar a vomitar la bilis que me corroe y, como dije ayer, comenzar a caminar. Hacia ti: lo importante es caminar hacia ti.

Ahora tomaré café, y entonces, de nuevo, me sumiré en el ajetreo para tratar de desbrozar el camino hasta agosto, de desbravar esta vida fiera que, encabritada y huraña, me cocea y me muerde como bestia cimarrona que reclama para sí el carisma de lo salvaje.

En fin, que tengo mucho que hacer, cada vez menos ganas de hacerlo y más ganas de ti, de dormir a tu lado y de dejar que mis sueños vuelvan a cubrir con un lenitivo sudario a ese caballo indomable llamado vida.

Caminar, Dani Martín