A veces uno necesita dosis de realidad que le devuelvan el sentido justo en el momento adecuado. Momentos de horas bajas (o altas, según se mire) donde eres más receptivo a todo aquello que te rodea. Supongo que serán momentos en los que la cabeza manda. Por suerte.
El problema adicional es que esos momentos suelen dejarte el corazón estragado, asolado, devastado. Quizá son los instantes adecuados para purgar el alma,el corazón, y tratar de reconstruir una nueva choza en la playa con lo que queda del naufragio. Consuelo de tontos pensar que otros sufrieron, o sufrirán. Aunque suele ser falso, salvavidas emocional para no hundirse.
Hoy, pues, es un momento curioso. De esos en los que lías el petate y ya no echas la vista atrás, no sea que nos ocurra como a la señora de Lot, aunque en mi caso el peligro es volver a enamorarme. Lo dicho, mejor no volver la vista atrás. No vale la pena. Casi mejor Lagavulin y la música para recordar a quien quiero olvidar, o al revés, ya no lo sé.
Por cierto, pronto tendré que hacer mi lista de «10 Canciones 2015», pero me faltan razones.