Vengo de un lugar, de una vida
donde las noches son negras, oscuras, sin alma.
Donde el camino ha desgarrado a los caminantes
que apenas son sombras que trepan
por las cunetas,
Todo el mundo camina; quizá huye
de esta tierra oscura, de esta vida sin alma.
Aunque, de vez en cuando, muy de vez en cuando
se enciende una luz en la noche.
Algunos de los caminan, ¡insensatos!
abandonan el camino, su equipaje,
a los compañeros de tan amargo viaje
y caminan hacia la luz.
Jamás ha vuelto ninguno.
Dicen los más viejos del camino que nadie ha alcanzado esa luz.
Que todos pierden la razón y la vida en pos de una quimera.
Que fieros trasgos riegan con sangre sus penas.
Todos asienten y siguen caminando
en la senda oscura, en la vida sin alma.
Tengo ahora, ante mí, la visión de esa luz.
¿Y si no fuera así?
¿Y si no vuelven porque son felices allí?
Y, si murieron, al menos lo hicieron con la certeza
de caminar en pos de una vida mejor.
Quizá no sea tan malo caminar hacia la luz.