El día está siendo duro, pese a que no ha hecho nada más que empezar. Mucho trabajo, muchas cuentas pendientes que voy sacando, con la esperanza de ponerme al día de todo lo que tengo.
Y no sé si es por esto, o pese a esto, hoy es uno de esos días en que cada vez estoy más seguro de que rendirme es una opción. Es más: rendirse es la opción. Y es que los desagradecidos hacen mucho daño.
Todos somos de una manera o otra. Yo, por mi parte, con mis defectos particulares, que son muchos, tengo la virtud de pelear por mí y por todos mis compañeros como si me fuera la vida en ello. Ya sea nimio o importante, la batalla se presenta para ganar. El problema es cuando presentas batalla por alguien que no lo merece. Que usa tus fuerzas y tu compromiso para medrar a tu costa. En pocas palabras, alguien que no daría la batalla por ti.
Así que yo, que sólo sé pelear de una manera, debo abandonar ciertos frentes que sólo pueden agotarme. Ya he consumido demasiado caudal en esta causa perdida. Me retiro a un lugar donde soñar no duela tanto.