A veces la imagen de una mujer maquillándose ante el espejo te devuelve a la vida, o al infierno, nunca se sabe. Como todos los caminos, es muy peligroso cruzar el umbral de tu casa y tomar ese camino, porque no sabes dónde te llevará, qué aventuras correrás. Es casi tan peligroso como no abrir la puerta y no salir de tu casa y quedarse toda la vida arrepintiéndose de no haber cogido el camino.
Me quedo con la imagen, quién sabe con qué más. Días que no volverán. Sigo necesitando, incluso más que nunca, la habitación en Berlín, la penumbra, el Lagavulin y una conversación con amigo, una catársis que me permita seguir adelante una temporada más. Quizá necesite escribir. Quizá necesite media noche, vida y media. Morir, dormir, tal vez soñar. Cuando busques piso a medias y colchón.