Nada ocurre nunca por casualidad

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Todo lo que hago está meditado, decidido. Ninguna decisión se toma al azar, aunque luego éste eche sus dados y convierta en papel mojado los mejores planes de ratones y de hombres. Duele, pero hay que hacer lo que hay que hacer, y pagar las deudas, una por una, y con la misma moneda.

Que el tiempo no nos cambie; que el tiempo nos ponga a todos en nuestro sitio, si es que hay justicia.

¿Desesperación, o locura? -dijo Gandalf-. No desesperación, pues sólo desesperan aquellos que ven el fin más allá de toda duda. Nosotros no. Es sabiduría reconocer la necesidad, cuando todos los otros cursos ya han sido considerados, aunque pueda parecer locura a aquellos que se atan a falsas esperanzas. Bueno, ¡que la locura sea nuestro manto, un velo en los ojos del enemigo! Pues él es muy sagaz y mide todas las cosas con precisión, según la escala de su propia malicia.