Estoy en la universidad hermana, o hermanastra, según se mire. Esperando, con el día cargado de trabajo y me encuentro con media hora libre, o gratis, en la que poder pensar o escribir.
Me doy cuenta de que empecé a creer en mí mismo demasiado tarde, ése ha sido mi único error en esta vida. Creía en mí antes, no hay duda, pero no lo sabía. Diseñé mi vida en economía de guerra, con criterios bélicos, de supervivencia, para lograr mis objetivos. Ahora me doy cuenta de que he llegado a un buen sitio, por un camino áspero, desagradable. Y ahora, viejo y cansado, me doy cuenta de que tengo al alcance de mi mano todo lo que sacrifiqué para llegar aquí; todos los sueños a los que renuncié, que enterré, ahora pasan como fantasmas ante mis ojos haciéndome la burla
¡Qué lástima! Siempre demasiado tarde, siempre llegando a los sitios por caminos errados.