Anoche estuve revisando mis entradas en la bitácora, principalmente las entradas de 2011. En aquellos momentos estaba totalmente decidido a cambiar mi vida. Posiblemente fue uno de los momentos más felices de mi vida, totalmente borracho, desesperado y decidido a todo.
La vida se ha encargado de demostrarme que la realidad es más tozuda, más aburrida y más práctica. Que no se puede soñar por los demás, y que los sueños propios no se cumplen nunca. Que en la vida somos prisioneros, que la única forma de cumplir los sueños es levantarse temprano todos los días y trabajar haciendo un túnel mientras huyes de ti y de todo. Que no puedes impedir que los demás no compartan tus sueños, te fallen, te traicionen o no tengan valor de saltar contigo de la mano al vacío.
Así que ahora estoy de nuevo en la realidad. No me queda más remedio que seguir adelante con lo que hay, pelear día a día por dar un paso más hacia el fin del mundo, con la certeza de que el tiempo un día me dé la razón.
Eso sí, no dejo de perseguir mis sueños, escondidos en lo más hondo de mi maltrecho y ajado corazón.