Venía hoy en el coche oyendo Radio5 (la única emisora que, cuando crees que no puede caer más bajo, va y te sorprende)(emisora que, por cierto, oigo cada vez menos), pues eso, venía oyendo R5 y me sale el subprograma ecologista de los pequeños gestos. Por si no lo sabéis, odio la ecología de salón. Para alguien que, como yo, presume de racional, y que se ha criado en el campo, la ecología que abanderan los humanos civilizados se ha reducido a unas cuantas consignas publicitarias para lavar nuestras conciencias y mirar hacia el otro lado. Ah, y en una herramienta política de recaudación y presión. Pues, a lo que iba, presumía que Orange y WWF habían acordado ofrecer la factura electrónica a los clientes y eso salvaba nosecuantos árboles y dejaba de emitir nosecuantas toneladas de CO2. Salvando el planeta. Porque no llevaba mechero en el coche; si lo llego a llevar, lo enciendo y canto el «Blowing in the wind» a capella, con un par.
Pero conozco a Orange, y sé lo que quiere: dinero. Y lo demás, le importa un pito. Y WWF posiblemente también, aunque no estoy tan seguro de esto, y permito la duda. Pero dudo de las noticias, dudo de la publicidad. La analizo. Imprimo la factura en papel, la meto en sobre y la mando a casa. Árboles talados y energía consumida, y guardo la factura en un cajón, para cuando haga falta. Quizá en el fin de los días vaya a reciclar, quizá. Fin del ciclo.
Pero la factura electrónica. Supongamos que me la conservan un tiempo «razonable»: dos años. ¿Cuánta energía cuesta mantener la información íntegra y disponible en Internet durante dos años? Sabemos que los ordenadores son estufas muy inteligentes, y todo cuesta. La entropía siempre aumenta, y mantener la información ordenada cuesta energía. No creo yo que sus cálculos sean demasiado acertados, demasiado realistas.
Además, para acabar tú imprimiendo la factura en casa.