¡Qué perdidos y solos estamos en la vida! Tanto miedo, tanto dolor, tanta indecisión, tantos sueños sin cumplir, sin vislumbrar apenas. Tanto llanto en soledad, lluvia en soledad.
Sería mucho más fácil si aceptáramos los errores, los aciertos, los amores y desamores, los amigos y enemigos. Pero somos cobardes y nos quedamos en nuestro agujero, en nuestra trinchera, aguantando el dolor, sin cambiar nada, temerosos de que la felicidad o la desgracia llame a nuestra puerta…
Pero el tiempo se acaba, y el dolor y la pena acechan con sus negras garras, su fétido aliento, su sórdido embozo; nos atacará, nos herirá, y estaremos solos.
O no. Siempre hay alguien dispuesto a jugársela por nosotros, a batirse por nosotros, a morir y sufrir por nosotros.
Llueve en mi corazón, llueve en nuestros corazones.