-¿Te duele algo, Frodo? -le preguntó en voz baja Gandalf que cabalgaba junto a él.
-Bueno, sí -dijo Frodo-. Es el hombro. Me duele la herida, y me pesa el recuerdo en la oscuridad. Hoy se cumple un año.
-¡Ay! -dijo Gandalf-. Ciertas heridas nunca curan del todo.
-Temo que la mía sea una de ellas -dijo Frodo-. No hay un verdadero regreso. Aunque vuelva a la Comarca, no me parecerá la misma; porque yo no seré el mismo. Llevo en mí la herida de un puñal, la de un aguijón y la de unos dientes; y la de una pesada carga. ¿Dónde encontraré reposo?
Gandalf no respondió.