El congreso ha acabado. Esta tarde he salido a comprar regalos a seres queridos. Tengo ganas de volver a casa.
Durante este congreso he tenido un problema personal grave a 1700 km. de aquí, y algunas personas me han decepcionado. A 1700 km. de casa tratando de reparar los daños, quemando el teléfono y el skype, preocupándome y amargándome.
Al final nunca pasa nada. Nadie tiene la culpa y todo se perdona. La mentira siempre triunfa, y siempre pagan los mismos los platos rotos, los que perdonan y cargan con todo a la espalda, otra vez.
Me ha costado media vida aguantar el chaparrón y los platos rotos de los demás, y aquí me lo he comido, a solas y con patatas, sin nadie que me consolara, con la traición y la decepción asomando la cara a cada minuto.
Y ahora no pasa nada. Todo sigue igual para todos. Menos para mí. Algo se ha roto muy dentro de mí y no tengo demasiadas ganas de aguantar nada más. No sé cómo acabará, pero ahora vuelvo y tengo ganas de guerra.
La peor semana de mi vida y me ha tocado lidiar en tierra extraña. Gracias, amigos.