30 años

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Decía Gardel que 20 años no es nada, y aquí nos ha costado poco más que eso, o sea, poco más que nada, en desmontar la democracia (la idea se la debo a Emilio). Tras la esperanza, los esfuerzos y equilibrios de la siempre tan loada transición, hemos conseguido en pocos años hacer que en España la política haya caído en manos de facinerosos corruptos, que el pueblo, indolente y displicente, se haya quedado sin mecanismos de control sobre esa panda de golfos apandadores cuyo único objetivo en la vida es medrar a costa del caudal pública. No hay mecanismos para que el pueblo eche a un político de su poltrona, o pida cuentas incluso al rey; votar y darles la manija a los políticos implica cuatro años de dictadura si hay mayoría absoluta o cuatro años de mercadeo de las cosas de todos si no la hay. Aunque lo peor es que no nos importa, porque no hacemos nada.

Me cuenta mi amigo Patricio, que trabaja en un hospital, que la consejería de sanidad valenciana ya les ha dicho que no hay dinero para mejoras durante todo el año, y estamos en febrero. Así que no pueden comprar una cajonera o un SAI. SAI para servidores, que vale 6 ó 7 mil euros, y que no pueden comprar.

6 ó 7 mil euros es lo que se lleva un político de segunda fila al mes en dietas, sueldo y sobornos aparte.

Lamentablemente sólo nos queda salir a la calle a destrozar mobiliario público, o hacer una revolución como las de antes, y empezar a colgar gente que lleve traje de chaqueta de cualquier rama que tengamos a mano. Mano de santo, oigan.