Y van mil entradas quejándome de esta gentuza. Me avisó el otro día un sujeto lavillano: «¿Has leído a Reverte esta semana? Pues leelo, que e gustará, muy en tu línea«. Así que lo leí y, casualidades del destino, me recordó que tenía una entrada pendiente dedicada a los políticos. Algo que ya había comentado con el sujeto. Así que hoy va mi entrada.
Todo esto surgió cuando el PSOE retiró una ley para subir los impuestos a los más ricos (a las clases medias, según el PP) porque no contaba con suficientes apoyos. Algo lógico en tiempos de crisis y en tiempo de no tan crisis, un principio de Robin Hood o algo de a cada uno según su necesidad y de cada uno según su capacidad. No me parecía mal, aunque yo pertenezca a las clases medias. Me parece justo que pague más quien pueda hacerlo, y menos quien no pueda llegar a fin de mes.
En los medios de desinformación que yo vi decían que el PSOE perdía apoyos, patatín, patatán, la misma cantinela de siempre. Pero prestando un poco más de atención, resulta que esa ley la proponía IU y el PSOE la apoyaba para que luego IU apoyara el techo de los presupuestos generales del estado. Pero como IU le dijo al PSOE que no votaría a favor sino que se abstendría, al PSOE no le pareció suficiente y retiró esa ley (o proyecto de ley o como se diga) para no darle el gusto a IU. Un poco retorcido, pero coherente en la naturaleza humana.
Aunque si le das una vuelta de tuerca al asunto y piensas en cuál es la labor idela del político, en principio su labor debe ser administrar los bienes públicos en favor de la población. Es decir, si una ley es buena para el pueblo («senatus populusque romano»), pues se aprueba porque ése es el fin de los políticos. Las diferencias de ideología debían surgir en qué consideramos bueno para el pueblo, ya que nunca llueve a gusto de todos. Pero el fin de promulgar leyes es beneficiar a la nación en término medio, dentro de los tan cacareados principios de igualdaz.
Pero el PSOE retiró esta ley no porque fuera mala (o buena) para el pueblo. De hecho le importaba un pito el pueblo, la ley y la madre que los parió, a la vista de los hechos. La puso y la quitó para mantenerse ellos mismos en el poder, a costa de lo que sea. Pueblo, ley, autonomías, lenguas, historia, olimpiadas y estatutos. No se hacen pensando en el pueblo sino para mantenerse ellos, nacionales, autonómicos y locales, en el poder. Agarrados a la teta de la vaca.
Ya dije que no tenemos políticos sino meros burócratas, meros funcionarios que sólohan hecho eso en su vida, vivir de los demás sin llegar a servirlos, preocpuados únicamente en mantenerse en ese sitio, en mantener ese tren de vida a costa de nosotros. Una democracia representada que pervierte hasta lo doloroso el sentido de la democracia. Lo mismo que pasa en la economía: todo sigue igual.
Como veis, bajo esta lupa la columna de Reverte va a misa.