10 canciones que escuchar en la penumbra de un hotel en Madrid, una noche húmeda, fría, lluviosa, con una botella de Glennfiddich y quizá un revólver cerca, mientras en la tele sin voz se arrastra una película en blanco y negro de los hermanos Marx o de Capra.
El orden es irrelevante.
- 1000 pedazos (Christina Rosenvinge, la versión en directo de Flores raras. Igual hubiese servido Alguien que cuide de mí, con su voz aterciopelada y gastada a la vez en el mismo LP. Ella hubiera sido una de mis mujeres ideales, pero no pudo ser)
- Cambio de planes (Los Secretos, Cambio de Planes. Dudaba también con Hoy la vi, de su disco homenaje. En realidad cualquier canción de Los secretos se te clava en el corazón y te lo desgarra hasta que cierras los ojos incapaz de soportar el dolor)
- Meat is murder (The Smiths, Meat is Murder. Uno de mis primeros vinilos en mi adolescencia, con todo el dolor que eso me hace recordar)
- Hallelujah (Leonard Cohen, Various positions, pero no sé si quedarme con la versión de Elisa, Lotus)
- Sultans of Swing (Dire Straits, Dire Straits. La versión de estudio, donde se oye hasta el último y más leve punteo de la guitarra, con la mente extática. Pero podría cambiarla por On every street, o Je suis desole)
- Prospero Speech (Lorena Mckennit, The mask and mirror. La voz, la voz nada más)
Tu nombre me sabe a hierba(Joan Manuel Serrat, La paloma. Si la volviese a oír ahora ya no lo podría resistir y moriría de pena), aunque dos días después la cambio por algo de Quique González: alhajita, calles de Madrid, reloj de plata…- Roxanne (Police, Ouland D’amour. O quizá Message in a bottle o Fields of Gold o …)
- Lluvia en soledad (Celtas Cortos, Tranquilo majete. Pero también Cálida trinchera o Aguantando el tirón)
- Al calor del amor en un bar (Gabinete Caligari, Al calor del amor en un bar. Todo Gabinete, de principio a fin. Cuatro rosas, Camino Soria, Queridos camaradas, Delirios de grandeza)